Cuando nos encontramos un murciélago en el suelo o colgando en casa, es muy importante saber, si se trata de una cría de murciélago o un adulto. Por raro que parezca los adultos del murciélago más común no miden más que el pulgar. Para diferenciarlos nos tenemos que fijar en el pelo.
Si no presentan pelo (A, B o C), se trata de una cría recién nacida que ha caído del refugio.
Lo primero que tenemos que hacer es localizar el refugio de dónde ha caído. Si llegamos a él, colocaremos la cría lo más cerca posible de la entrada del refugio para que pueda entrar, y se reúna con su madre.
Si no podemos localizar el refugio o no llegamos, cogeremos la cría con una toalla y le daremos calor. Al no tener pelo las crías se enfrían enseguida, y sin el aporte de calor necesario, acaban muriendo. También si están muy expuestas, pueden acabar deshidratadas con el calor del día.
Una vez tengamos la cría, lo más recomendable, seguro y ético es llevarla a un centro de recuperación de fauna salvaje o llamar al más cercano.
Para darle fuerzas durante la espera hasta que llegue al centro de recuperación, podemos alimentarla con leche de gato (la que se utiliza para alimentar gatitos pequeños) mediante una jeringuilla. Le colocamos un trozo de espuma (tipo “foam”) en la boquita a modo de tetina. De esta forma mojaremos la espuma con la leche y la cría se alimentará. Esta es la forma más segura, ya que nos ahorraremos posibles atragantamientos y ahogamientos.
Si presenta pelo grisáceo brillante, corto y poco compacto (parece pelo nuevo como la imagen D o E): en este caso se trata de una cría un poco más crecida que puede mantener el calor por sí sola. En este caso haremos el mismo procedimiento. Miraremos si la podemos devolver al refugio y si no, la colocaremos en una toalla para aportarle calor y refugio y le daremos un poco de agua o leche de gato. Lo más seguro y recomendado será llevarla a un centro de recuperación de fauna salvaje y/o llamar a los agentes forestales o medioambientales.
Si presenta pelo compacto, abundante y largo (F). En este caso, por pequeño que sea el animal, se tratará seguramente de un adulto. Para los adultos se recomienda cogerlos con una toalla y evitar cualquier manipulación con las manos desnudas (para evitar que nos muerdan al defenderse). Cuando lo tengamos en la toalla lo colocaremos dentro de una caja de zapatos con la toalla y le daremos agua para que se hidrate.
Dependiendo del estado del murciélago podemos hacer dos cosas:
Una vez capturado con cuidado, en el atardecer, colocaremos el murciélago en el tronco de un árbol que no tenga muchas ramas, ya que el murciélago tenderá a subir por el tronco. Nos tendremos que asegurar que el murciélago sale volando sino significa que tiene algún problema en las alas. Esto puede demorar un poco dependiendo de lo activo que este el murciélago. Si no sale volando al cabo de media hora lo cogeremos otra vez y lo llevamos a un centro de recuperación de fauna. ¡Importante! Los murciélagos adultos tienen la capacidad de ahorrar energía enfriando su cuerpo, hecho que puede hacer que parezca que estén muerto. Nos tenemos que fijar bien que se mueva.
Si recogemos un murciélago del suelo puede ser que tenga algún problema en las alas, heridas causadas por algún depredador (gatos o cotorras). Lo mejor en estos casos, sería llevarlo a un centro de recuperación de fauna y/o llamar a los agentes forestales o medioambientales para que se hagan cargo.
En el caso de ser mordido, por principio de precaución, es imprescindible acudir al médico para valorar la administración de profilaxis post-exposición frente a rabia y conservar el murciélago disponible para ser analizado
Muchos murciélagos comparten con nosotros nuestras ciudades brindándonos numerosos beneficios. En nuestra mano está conseguir que esta convivencia sea posible y todos salgamos ganando.
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